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La primera novela policiaca española (1911)

Me ha resultado de verdad interesante conocer La gota de sangre (considerada la primera novela policiaca española, aparecida en 1911) y su continuación inconclusa, ambas por Emilia Pardo Bazán. Es complicado disfrutarlas realmente ya que la primera es muy breve, incluso para novelita, y bastante simple, vale más como presentación o declaración de intenciones. Mientras que la segunda, mucho más extensa, está sin acabar, con capítulos no bien conectados u ordenados, sin final… Aun así es fascinante asistir a la primera persecución detectivesca por las calles de Madrid, por ejemplo…

La primera novela policiaca española (Emilia Pardo Bazán)

Primera novela poliaca española. Aspectos (para mí) negativos
Algunos aspectos me han alejado de la obra: el principal, que al estar hecha en los primerísimos años del s. XX, refleja realmente la sociedad y el ambiente del siglo XIX. Una sociedad a la vez aristocrática y provinciana; donde la gente corriente está dedicada a la mera subsistencia física, mientras que un conjunto de aristócratas, políticos y financieros, de altísimo nivel, en el que todos se conocen, se dedica a ir a la ópera, a tomar el té al palacete del marqués, donde conversan y lucen sus joyas la baronesa y el príncipe húngaro… La urbe anónima, como un mar de intereses individualistas, no había hecho aun su aparición…

Otro aspecto que me aleja es el lenguaje de Pardo Bazán, magnífico, pero demasiado dado a la floritura… como para resultar acorde con una acción policiaca electrizante.

Selva y el crimen de orientación realista
Por contraste, los aspectos más positivos: Selva, el detective, elegante y curioso observador aficionado de las pasiones humanas… dotado de personalidad y rasgos de investigador, gran intuición y una curiosa complejidad moral…

Y también de gran interés es el propio enfoque de la autora: su propósito era ‘corregir’ a Conan Doyle, a quien criticaba esa tendencia a la peripecia descabellada, los venenos exóticos, los perros misteriosos y los mensajes cifrados. Todas esas ‘deducciones’ traídas por los pelos a base de mirar colillas con una lupa (manía de los anglos que vemos aún prolongarse en el CSI y similares)… Por contra, ella pretende acudir a los crímenes realistas, a las motivaciones humanas y a las reacciones psicológicas que realmente se dan. Dice por ejemplo: «El mayor interés de un crimen estriba, para mí, en que exprese las pasiones más características de la época en que se comete». Y contrastando a Selva con los detectives ‘rocambolescos’ dice: «Puede usted parecerse a él [Arsenio Lupin] como se parecía don Quijote a los héroes imaginarios de los libros de caballerías. Puede usted ser un Arsenio Lupin dentro de lo posible y de lo real».

Así pues, aunque sea un intento puntual y no totalmente logrado, puede decirse que el Selva de Emilia Pardo Bazán se sitúa, en esta primera novela policiaca española, ya en un estadio, digamos, posterior al de Holmes, y anticipa la reclamación hacia el realismo realizada por un Chandler en ‘El simple arte de matar’ (1944).

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